martes, 26 de noviembre de 2013

Como un mosquito.

Y justo ahí te fuiste a parar. No esperaba que lo hagas, mi cuerpo no te esperaba, pero lo hiciste.  Fue rápido pero profundo. Ni bien me acariciaste, todo mi cuerpo se dilato, se estremeció con tu caricia que bajaba por mi espalda acariciando cada vertebra, estremeciendo y excitando cada musculo. Fue en el momento justo para que pasen cosas como las que pasaron después.
Estaba distraída. Caí en ti como cae quien pierde la fuerza en el interior de un abrazo, en lo cálido de un  abrazo, en lo cercano y húmedo de una boca, en lo que antes comió esa otra boca, en lo que antes tenia puesto ese otro cuerpo, en lo antes abrazó ese otro cuerpo y que ahora desnuda y acaricia de a poco pero que ahora despierta en la respiración cada vez mas acelerada, la espalda cada vez menos encorvada y mi mano que te sigue por todo mi cuerpo, te busca, te llama como a un extraño que explora mis rodillas, mis tobillos, la parte de atrás de mis orejas, mis pechos, la cara interna de mis muslos, y que por fin irrumpe contra mí. Me penetra despacio casi sin darme cuenta hasta que de un momento a otro ya está dentro de mí, ya está en mi sangre.
Pero a vos no te importaba. Buscabas una sola cosa, y siempre lo supe, querías picarme. Alimentarte en todo tu ser, cantar en esa plenitud. Después de eso, lo único que podía hacer era rendirme, putear al azar, tratar de aplastarte contra mi codo y, triste por no salir victoriosa, terminar rascándome ahí donde te fuiste a parar.


Ger Kleiner

No hay comentarios:

Publicar un comentario